En Agosto de 2010 viajamos Xabi, Oier, Aitor y yo a Chile, con la intención de esquiar sus volcanes más representativos. Las imágenes de aquel viaje las he montado con cariño en una película que estoy a punto de terminar.
Mientras nos trasladábamos de un lugar a otro acarreando los pesados equipos, nos sentimos cautivados por la hospitalidad de su gente y por la grandeza de su naturaleza. Además vivimos de cerca la conmoción de un país por la situación crítica de 33 mineros atrapados en las profundidades de una mina.
La aventura que hemos vivido en el Cerro Tronador bien podría ser el guión de una película de aventuras dirigida por Berlanga. Nuestro intento de ascender una montaña en invierno, sin permiso del Parque Nacional y el posterior quilombo que se montó a nuestro regreso, nos han dejado sentimientos encontrados como el de haber conocido una montaña fascinante y el de no tener ninguna gana de volver.
Viajamos a Argentina, a San Carlos de Bariloche, con la intención de escalar el Cerro Tronador y bajarlo esquiando, lo que supondría un broche de oro a un gran viaje, plagado de bonitas ascensiones y descensos inolvidables.
El Cerro Tronador constituye el buque insignia de una región patagónica volcada con el turismo de aventura y es, a su vez, la bella montaña que hemos divisado desde Osorno y Puyehue, entre otros. Tiene tres cimas bien diferenciadas: la cumbre chilena de 3.262 m; la cumbre internacional, bautizada por los indígenas como Pico Anón, de 3.484 m y la cumbre argentina de 3.187 m, la más accesible y en la que hemos puesto nuestras ilusiones. Del Trona nacen hasta 6 glaciares, que confieren al entorno un paraje sin igual, con profundos valles boscosos y enormes seracs colgantes, que de vez en cuando rompen estrepitosamente dando al Tronador su nombre.
Pequeño vídeo aperitivo de nuestro viaje:
Todos con los que hemos compartido nuestro plan nos han contestado lo mismo: – “Estáis locos!, No os van a dejar entrar!!!-, y es que en invierno no se escala esta montaña y, además, la normativa del Parque Nacional Nahuel Huapi es muy estricta y exige la contratación de un guía para acceder a la montaña.
La entrada al Parque Nacional Nahuel Huapi 6/9/2010:
Nos quedan pocos días para regresar a casa y viajamos en la furgoneta de Adrián, que hemos contratado en la agencia de mamá Graciela, hacia Pampa Linda (850 m), punto de inicio de la ascensión y donde se encuentra el guardaparques que debe autorizarnos el paso. Llevamos con nosotros los certificados que nos acreditan como profesores de alpinismo y ski en la Escuela Vasca de Alta Montaña y que esperamos sean suficientes para acceder sin problemas, pues hasta llegar aquí nadie nos ha informado correctamente de la tramitación necesaria (ni Parque Nacional ni Club Andino). Al no estar el guardaparques, vamos a la oficina de la gendarmería, donde nos marean y nos hacen preguntas absurdas.
Después de una hora, alguien al otro lado del teléfono, representante del Parque Nacional, decide que no podemos subir…sin tener en cuenta nuestra formación, nuestra experiencia y nuestras tarjetas federativas con cobertura mundial, y sin tampoco comprobar si nuestro material es el adecuado para la empresa que pretendemos realizar…Esto, lógicamente nos enfurece, pues no entendemos la prohibición sin justificación ni alternativa alguna. El rifi-rafe va subiendo de tono y cogemos nuestros esquís y subimos hacia el refugio, mientras nos comenta el militar responsable que, como no puede arrestarnos, subamos bajo nuestra responsabilidad.
Subida al refugio Otto-Meilling (1.930 m):
La subida al refugio se alarga durante 18 km y discurre por un camino sensiblemente en descenso durante unos 40 min. para después subir 1.100 metros de desnivel, a través de un espectacular bosque de coigües, lengas y ñirres. Una vez superado el mayor desnivel y pasado el bosque hay que seguir el filo de una loma que separa los glaciares Castaño Overo y Los Alerces, para llegar después de 5 horas al refugio. Desde aquí, las vistas de los glaciares colgantes son impresionantes.
El refugio Otto-Meilling está cerrado. No ha pasado nadie por aquí desde hace mucho tiempo y nuestra principal ocupación va a consistir en mantener la chimenea encendida, así como palear los exteriores para liberar las ventanas de nieve.
Este refugio fue construido en 1971 por el Club Andino Bariloche, en honor a uno de sus fundadores, el austriaco Otto-Meilling creador de la primera escuela de esquí de Sudamérica en las laderas del Cerro Otto; los otros fundadores fueron Frey y Neumeyer, y dan nombre a otros refugios de la zona.
Refugio patagónico, intentos fallidos y regreso polémico:
El martes 7 lo pasamos todo el día en el refugio avivando el fuego, leyendo y contemplando el tiempo revuelto que hace fuera. Esperamos una mejoría del tiempo para mañana, pues la meteo que vimos hace ya 3 días pronosticaba para el jueves un empeoramiento generalizado. Por la tarde Aitor y yo aprovechamos una tregua del viento para subir hasta el Filo de la Motte (2.400 m) y ver qué pinta tiene el glaciar que pretendemos recorrer mañana…
Durante la noche el viento no cesa y por nuestras cabezas pasa la idea de que el intento no va a ser posible. La incertidumbre merodea en el salón que hemos apañado con colchones junto a la chimenea…
Al día siguiente, miércoles 8, nos quedamos dormidos y salimos a andar más tarde de lo previsto.
Hay claros pero el viento se impone a las nubes…llegamos al Filo de la Motte y nos reunimos para analizar la situación: con el tiempo que está haciendo, si continuamos por el glaciar y las nubes nos invaden será difícil regresar; además, en la última parte no hemos dejado traza porque la nieve estaba muy dura. Así las cosas, decidimos darnos la vuelta y dejar el Tronador para otra ocasión. Decisión correcta, pues el tiempo fue a peor…
El descenso, primero lo hacemos sorteando las nubes que nos envuelven en una atmósfera lúgubre en la que es difícil orientarse…hasta el refugio.
La bajada desde el refugio, atravesando el bosque, se convierte (hasta quitarnos los esquís) en un raid de aventura, atravesando arroyos, sorteando árboles,…pero la mayor aventura estaba por llegar en Pampa Linda, donde el guardaparques nos espera para dejarnos claro quién manda allí.
Después de 2 horas en su oficina, hablando de lo divino y de lo humano sobre la gestión del Parque Nacional, lo que comenzó con una infracción con multa, terminó con la redacción de una memoria descriptiva de las razones de nuestra actuación para depurar responsabilidades. Espero que a partir de nuestro caso las cosas cambien en el parque y se mejore la información que reciben los extranjeros que viajamos desde muy lejos para visitar soberbias montañas como el Tronador. Tampoco estaría de más analizar el concepto de prevención en la montaña, que debiera estar más ligado a conceptos de formación e información, y menos a los de prohibición; en definitiva, las montañas debieran ser el espacio en el que expresemos nuestros sentimientos de libertad y respeto por la naturaleza y no recintos que se abren o cierran dependiendo de la normativa, el propietario o la incapacidad para ser creativos en su gestión.